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10 agosto, 2022
Jardin LAC
( Translated Text Fragment -Jardin LAC)
No es imposible
Que una sola mujer —bajita, sencilla, silenciosa— inunde de luz un escenario idílico ocupado por una mezcla perfecta de sonidos —y de silencios— ejecutados por las y los mejores músicos del planeta, sin pronunciar una sola palabra, parece cosa imposible: un sueño. Pero me consta: esa mexicanita chiquita y divina que se presenta como Chula the Clown, y que se llama Gabriela Muñoz, lo hizo en el Festival Paax GNP siguiendo la batuta de esa otra mujer que se ha propuesto desafiar la realidad con sus sueños y cuyo nombre es ya de suyo un poema: Alondra de la Parra.
Me declaro incapaz de describir ese milagro. ¿Es un espectáculo? ¿Una puesta en escena? ¿Un performance? ¿Una variante de lo que hacen los mimos cuando juegan con ese lenguaje universal y evasivo que se escribe con movimientos y sentimientos? (¿Cómo se dice mimo en femenino del castellano?, ¿Mima?, ¿Chula nos mima?). La Orquesta Imposible está reunida en torno del mar y toca partituras de Debussy, Bartok, Stravinsky, Weber, Berlioz, Sibelius, Massenet, Prokófiev, Ibarra y Brahms, armonizadas por esa directora que, como su nombre le ordena, vuela, vuelve y cultiva y vuelve a volar.
Entonces aparece una mujercita (¿es una niña?) que balbucea y flota entre músicos y hace aparecer aves y nubes y tormentas y objetos e imágenes mientras ríe, llora, goza, sufre, envejece y regresa a la infancia: se mete a la orquesta porque cada uno de sus movimientos y de sus gestos —con las manos, los pies, la cabeza, la boca, los ojos, el vestido, un paraguas y el pelo revuelto— responden al ritmo que va marcando la música. Y yo vivo o, mejor, revivo con ella: vuelvo a vivir lo que he sido. Dicen que eso pasa en el último minuto de vida.
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